martes, 20 de junio de 2017

De Gorakhpur a Delhi.

Para ir de Gorakhpur a Delhi subimos a un tren. Reservamos dos literas y a la hora de acostarse hay más gente que camas. Tumbado en mi sitio con la mochila a un lado, noto que alguien se ha subido a mis pies, apoya su cabeza en mi mochila, medio cuerpo en el hueco que dejan mis pies, medio en el aire y sus pies apoyados en la litera de en frente. Al rato me insinúa que me ponga la mochila encima para acostarse a mi lado. Me niego. No es mi caso el único, a cada dos literas se acopla un polizón.
Cada hueco se aprovecha, el suelo parece un rompecabezas de gente encajada durmiendo.
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En Gorakhpur, al igual que en otras ciudades de la India, al verte "diferente" te niegan el alojamiento en la mayoría de los hoteles, como en éste.
Hasta en 13 hoteles nos dicen no tener cuarto, en algunos con pocos modales. No hay que culpar al recepcionista, si su administración no permite alojar extranjeros, será porque no son de fiar.
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Triciclos de Gorakhpur rodeados de basura.
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Durante el mes de junio el calor en Delhi obliga a dormir en las terrazas.
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Escupitajos en las esquinas, pero abundan por todo el suelo de Delhi.
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Deshaciendo el trabajo del barrendero.
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Perros a las puertas de restaurantes esperando las sobras.
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Omar, que tras más de una semana no obtiene resultados positivos intentando pasemos a su tienda, nos dice que regresemos a España. Los siguientes días ni nos saluda.
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Un clásico. 
Pero hay otras cosas feas en la capital de la India que no se pueden o deben fotografiar: mendigos, lisiados, personas acostadas encima de la basura, niños pidiendo, contaminación, ruidos, ningún respeto del conductor al peatón, el hedor de las calles, la falta absuluta de higiene... y un exceso de población que acabará destruyendo al país. Cosas que no interesa dar a conocer.
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