En el Extremo Oriente las esquinas de los edificios, las farolas... no chorrean de meados. Son pocos los paseantes de perros y eso se nota. Pero sí hay quien le ha tomado afición a la moda. Hay relativamente pocos perros pero sus dueños llegan a caer más bajo incluso que en Occidente. Agachados junto al perro aguardan a que cague para rápidamente coger su mierda y limpiarles el ano con un pañuelo; los pasean en carrito o en mochilas como si fueran bebés; los cogen en brazos para bajar las escaleras... He llegado a ver como compartían los palillos para comer en un restaurante: de la boca de la dueña a la del perro, de la del perro a la de la dueña. En el mundo desarrollado se tiende a igualar a las mascotas con las personas. Eso, se dice, es progreso.
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